Un Rapidito – short story

 

La imagen que inspiró la historia del rapidito…

Esa mirada oscura ha estado en su rostro toda la semana. Pensé que una sesión con Bastille iba a ayudarlo a relajarse pero por el pisotón y gruñido sucediendo detrás de mí, aparentemente no es así. Sonrío a través de las burbujas de pasta de dientes alrededor de mi boca mientras lo observo en el espejo. Incluso con mal humor, él es impresionante. Me encanta la forma como su franelilla blanca se adhiere a él, los parches de sudor resaltando la definición que sé que hay debajo de la misma.

Murmurando para sí mismo él se quita sus zapatos de correr y sus pantalones de ejercicio en un solo movimiento. Con su espalda hacia mí, escupo y me enjuago rápidamente, mi mirada hambrienta nunca dejando ni por un momento la flexión tensa de su trasero exageradamente sexy. Siento las ganas de clavar mis dientes allí.

Ha sido toda una semana para nosotros, ¡siete días sin sexo, cero, nada de nada! No es porque nosotros no queramos si no porque mi esposo adorado ha estado trabajando como un perro. Algún negocio a la deriva lo ha llevado al otro lado del país y lejos de nuestra cama. Llamarme frustrada sería un eufemismo, pero nunca he estado en esta situación particular con él antes. ¿Lo presiono o le doy espacio?

Volteándose, él me ve como si ni siquiera se había dado cuenta que estaba allí. “Hey nena, ¿Te vas a duchar?”

Mordiendo mi labio, tomo la decisión, si Bastille no lo logró, tal vez yo pueda. “Si Sr. Grey, ¿Por qué no te unes a mi?” dejo caer mi bata al suelo y salgo de ella tirada alrededor de mis pies. Sacudiendo mi cabello hacia atrás, coloco mis manos empuñadas en mi cadera. Mi cuerpo completo pero especialmente mis ojos emiten un destello de deseo que estoy esperando él no pueda ignorar.

Sus manos se congelaron a mitad de sus abdominales en su camino a quitarse su franelilla. Ronroneo mientras veo la mirada negra volverse mercurial, fluida y viva con la posibilidad repentina. Él toma una respiración mientras escanea la longitud de la piel cremosa, desnuda que tengo orgullosamente al descubierto, devorando cada centímetro con sus ojos.

Sus manos caen lejos de su franelilla, desinteresado de quitársela de encima mientras se mueve hacia a mí, “Te he estado descuidando nena, ha sido una locura. Verte así” él mira hacia abajo, de nuevo tomándose su tiempo para realmente observarme “No tengo idea de cómo he logrado esa equivocación”

Desde ya mi pulso esta acelerándose con anticipación, mi sexo chorreando en respuesta. “Ahora tienes que recompensarme” inclino mi cabeza hacia un lado, luciendo solo una sonrisa coqueta y juguetona para provocarlo.

Él sonríe, la sonrisa más traviesa y sucia que jamás le haya visto. “Tengo la intención de hacer precisamente eso Sra. Grey, ¿tienes alguna solicitud especifica?”

Sus palabras me inundan, eso, junto con la lujuria flagrante y deliberada que usa para enunciarlas, está encendiendo un fuego explosivo en mis venas, un fuego lento, sinuoso y vivo. “Quiero. Que. Me. Folles. – Duro”

Lo veo tragar, su mirada taladrando en mí con una intensidad nueva y tal vez con un poco de duda. Su cuerpo no es vacilante, pienso mientras admiro el empuje gigante de su ya hinchada erección. Solo su mente. Sin pensarlo demasiado decido quitarle la decisión de sus manos. Con un puño audaz y contundente agarro una manotada de su franelilla, trayéndolo hasta la ducha conmigo. Un segundo después el agua tibia nos empapa y la franelilla blanca de Christian está pegada a él como una pintura.

Por el momento parece que él sigue la corriente de mi acto de Ana dominante, simplemente observándome con una mirada aun más envolvente. Aun más ansiosa capto mi señal de tomar lo que quiero. Dejo que las palmas de mis manos se deslicen hacia abajo en su cuerpo, adorando la manera en que se mueven sobre las crestas y valles que conforman su físico preciado.

Dejándome caer sobre mis rodillas, lo provoco frotando su franelilla mojada sobre su erección rígida, lo veo a través de mis pestañas preguntándome si él me detendrá. Cuando doy un toquecito con mi lengua a la mismísima punta de su erección soy premiada no solo con silbido sino con un aleteo de sus parpados y una mano sosteniéndose contra el vidrio.

“¡Joder!” su reacción sacudida es todo lo que necesito para tomarlo. Ahuecando mis mejillas me dejo de toda dulzura y chupo como si mi vida dependiera de ello. Trabajo mi boca caliente y mojada a lo largo de su rigidez con la misma velocidad que lo he visto usar a él, la mano enérgica agarrando mi cabello diciéndome que le estoy dando exactamente lo que necesita.

De igual manera que agarro mi ritmo, de un tirón se sale de mi boca y me levanta por el brazo. Como un policía experimentado me tiene volteada contra las baldosas antes de que yo sepa que está sucediendo. Esa mano está en mi cabello otra vez, agarrando un puñado en la base de mi cuello; la otra mano tiene mis muñecas clavadas sobre mi cabeza.

Siento el calor de él detrás de mí, mis senos empujados contra la pared resbalante. Él trae sus labios a mi oído. “Espero que no pensaras que estabas a cargo Sra. Grey. Yo digo cuando, yo digo como” Hay un filo en su voz, un tono innegablemente dominante que llama a todo lo que es mujer dentro de mí. A pesar del agua caliente me estremezco con un escalofrío delicioso que llega justo a mi sexo.

Él lame mi mejilla con la parte plana de su lengua, desde mi mandíbula hasta mi frente en un movimiento que parece imposiblemente posesivo y asertivo al mismo tiempo. ¡Mierda eso es caliente! Gimo, un sonido patético que habla de la poca voluntad que tengo para prolongar este juego. Lo quiero dentro de mí – ahora.

En un esfuerzo obvio por salirme con la mía, froto mi trasero mojado contra la columna gruesa empujando contra mí. “Dime otra vez Anastasia. ¿Qué quieres?” Escucho la sonrisa pecaminosa en sus palabras cuando me frota en respuesta.

“Por favor Señor, fóllame” si mi declaración no estuviera atada con deseo hubiera sonado como un gemido desesperado.

Él patea mis piernas, abriéndolas y me da otra lamida suave a lo largo de mi mejilla antes de que se enganche en la parte más blanda y me da una mordida suave. “La tendrás nena” inclina sus rodillas, soltando mi cabello lo suficiente para acomodar mis caderas. Con una penetración segura, me empala con toda su erección, moviéndose dentro de mí con una fuerza celestial.

El gemido embriagador que sale de su pecho me captura por completo, mi restricción colgando por un hilo rápidamente a punto de deshilachar. Sus caderas son implacables, penetrándome como pistones de hierro. En poco tiempo inicio ese apretón tembloroso alrededor de él, incrementando la fricción arrastrante entre nosotros.

Él muerde mi hombro mientras su agarre en mi cabello y en mis muñecas se aprieta con el movimiento tenso de su liberación. “¡Ahora nena!” Grita pero no me podía aguantar ni porque quisiera. Lanzando mi cabeza hacia atrás grito su nombre, una oración, un credo – no lo sé. Solo estoy agradecida por el regalo.

Gracias por leer.

Por favor no olviden dejar sus comentarios.

Thank you for reading, dear friends! I appreciate you spending your time with my story. Thank you Kereny, for your wonderful translation job! Without your efforts there would never have been this Spanish version to share with the world! 🙂